viernes, diciembre 16, 2005


No se qué me pasa que no encuentro mi risa.
Hace algún tiempo que me cuesta mucho encontrar motivo para reirme. Es posible que me esté haciendo viejo y melancólico, que ya todo me parezca tan visto que no me sorprende, o que la puñetera Navidad me recuerde que, aunque cualquier tiempo pasado siempre fue peor, cada vez nos queda menos para llegar al final. Lo cierto es que antes había muchas cosas que me hacían reir y que ahora han perdido su gracia: los políticos, por ejemplo, me parecen aburridos hasta un punto que es como si fuera la misma película y los gags repetidos por actores mediocres: te dan ganas de llamarles gilipollas directamente y si no lo haces es, naturalmente no porque no lo sean, sino por respeto democrático a sus electores, que seguramente seremos (me incluyo, ya que voto) al menos tan gilipollas como ellos, pero por lo menos no lo decimos en público (salvo los taxistas que llevan siempre la Cope que a la menor te sueltan un mitin que paqué). O como ese tipo que está todos los días en la Castellana, cruce Jose Abascal con MªMolina, con una pancarta de dos caras una de las cuales dice algo así como "Las mujeres son electrodomésticos deportivos" y en el otro "Navidad, pedofilia colectiva". Que ya hay que tener aguante para estar con un cartel enorme con esas barbaridades y sufrir las inclemencias del tiempo y los improperios de los conductores, supongo.
Bueno, pues ni aún así me río. Me pongo en casa deuvedes (no pirateados, claro, aunque esa es otra de la que ya diré lo que pienso) de Buster Keaton, Charlot, los hermanos Marx, la Pantera Rosa y todas esas divertidas pelis clásicas y nada... Sólo algunas veces me da una sonrisita, cuando veo en T5 Camera Café o con algún gag suelto de algún programa del Guiñol del Plus. No soporto a los de los monólogos, y toda esa cosa que ya hacía para escandalizar de verdad Dustin Hoffman en aquella peli, cuyo título no recuerdo, pero que trataba la vida de un humorista colgado y con una esposa estriper, que se pasaba todo el tiempo contando los mismos chistes (que ahora creen haber inventado los de esos clubs llamados de comedia y que son más tontos que caerse de espaldas) además de estar yendo a la cárcel porque era la época de McCarty en EEUU y hablar en público de sexo y cosas así era motivo de persecución por aquel reprimido-retorcido jefe del FBI llamado Hoover que era casi tan bruto como Bush. Bueno, pues ni por esas.
Las comedias españolas no sé porque pero no me gustan, me hacen sentirme incómodo, como si hablasen de cosas que son de otro mundo en el que no tengo idea de porqué se ríen. Las series con carcajadas enlatadas me resultan ridículas doblemente. Las americanas son como si las hicieran marcianos y las francesas (Amelie, Delicassen, por ejemplo) me parecen las más ingeniosas, aunque te dejan un poco extrañado al final, y las italianas me resultan estupidas si nos salimos de Fellini y de Sica. Pido disculpas por adelantado a sus fans de todo tipo menos a los de Hoover y Bush.
A veces disfruto en el teatro. Pero no me pidan que me ría de cosas como el método Gronholm porque me pone los pelos de punta solo pensar que haya gente-hienas de tal cariz, porque de entrada me dan ganas de llorar. Y los musicales, por favor, me sacan de quicio cada vez que se ponen a cantar por cualquier cosa. Insoportables (disculpas).
Como verán, parezco un poquito melancólico o un aguafiestas, que también puede ser.

La gente en el Metro o el bus no termina de comprender que vivimos en sociedad, o sea que no estamos solos y que mañana ellos serán viejos, embarazadas, cargados con bebés, derrengadas por lesiones o discapacidades. Y ni ceden los asientos, ni dejan salir, ni les importa estorbar y quedarse apelotonados en la puerta y, encima si les dices algo, te echan una bronca porque se creen con derecho a estar a sus anchas y a ser unos maleducados. Yo no me callo, así que cuando le pido a alguien que se levante para dejar sitio a una señora mayor o con bebé en brazos me llevo de todo, desde miradas asesinas hasta disculpas avergonzadas, pero he decidido que hacerse el loco es inexcusable.De acuerdo que hay muchos que vienen de otras culturas y pueden hacer cvomo que no sabían, pero uno ha estudiado un poquito de confucianismo y visto documentales de costumbres de por ahí y sabe que en China y alrededores el respeto a los mayores y todo eso es un principio clave, y que en Africa y los países árabes puede ser que a las mujeres no se les tenga la consideración que en Europa (¡) pero, ya que vienen a trabajar, pues mira.. que sean un poquito condescendientes. Por supuesto, no hablo del asunto malos tratos que es otro cantar. Ahí ni un pelo de pasarse... ¡eh!. Claro, que teniendo en cuenta como se los trata a ellos... Pues fíjate... a veces no es raro que miren pallá.
Total que en el transporte público cuecen habas. Del otro no digo nada, porque desde que vendí el coche a primeros de año me he quitado un peso de encima, aunque ahora tenga que aguantar la Cope de los taxistas, todo tiene sus pegas.
No se...
A ver si me enamoro y me sube la bilirrubina o las endorfinas, o que me suban el sueldo o algo, o me toque... (por favor, por favor... jesusito de mi vida, etc...) la LOTERIA. Porque si no me veo la noche de fin de año viendo la Bart Simpson en la Fox que darán 50 capítulos seguidos, a ver si alguno que no haya visto me hace reir una miajita.
Y como temo el dichoso día de "menos mas que tenemos salud" que nunca me toca nada y encima este año ni eso, porque entre la cardióloga y la hematóloga me han sintronizado y prohibido por ende siquiera una copita de alcohol. Y, encima, como soy fotero de diario, esa mañana te la pasas escuchando a los chavales de sanildefonso y corriendo de aquí para allá a la caza del premiado, que nunca sale y te has de conformar con los loteros brindando y enseñando un cartel que pone que allí ha tocado el premio tal. Un coñazo, vamos... menos cuando das con un centro de trabajo donde los ha tocado a todos y descorchan cavas, se divierten diciendo que no van a volver (cosa que es mentira), aunqeu siempre a los jefes les toca más, porque juegan más décimos y siempre hay algún pobre idiota (que puedes ser tu o yo mismo, dadas las circunstancias) que ese año ha dicho "·yo no me gasto nada este año en loteria y así me ahorro 20 o 1000 euros o lo que sea" y resulta que ese día, está con un muermo de aquí te espero, mirando con una envidia y una rabia a todos, que se quiere morir allí mismo y en ese momento, porque no hace más que decirse a sí mismo "eres un idiota, miserable,cutre, te está bien empleado, por roñoso, etc.", mientras a los demás los mira de soslayo y se hace el duro, je, je, je... o se pira de la oficina porque no puede soportar el mal rollo. Y llora en el bar más próximo.

Bueno y luego viene lo de la cena con los compañeros... Fue ayer, así que como está reciente y alguno me podría leer, mejor me cayo, que soy un bocazas y tengo la costumbre de decir justo lo que no debo y sobre todo cuando no debo.

Por cierto, la foto de cabecera es un arbol de la Dehesa de la Villa donde hay una senda y esa cruz quiere decir que por ahí no es, como contamos esta semana en mi periódico www.madridiario.es ,en un reportaje de esos que todas las semanas hacemos 3 o 4 (¡que más quisiera yo, que estar paseando por el campo tanto). La verdad es que se pasa uno el día en ruedas de prensa, algunas de las cuales están a tope y se sirven canapés y en otras no hay ni dios, bueno a no ser que la egolatría le haga pensar a uno serlo, escuchando decir siempre lo mismo a los mismos, o yendo a obras de esas que escasean tanto en Madrid que mientras las buscas te caes dentro (como le pasó literalmente a uno de mis compañeros la semana pasada que tuvo que irse a casa a cambiarse porque había entrado en un bloque de cemento y eso mosquea cantidad desde que veíamos las pelis de AlCapone, sobre todo si estás en la M30 junto al río Manzanares. O te montan un pollo los currelas o el encargado porque se creen que eres del tomate o paparazzo y dicen que como les hagas una foto les tienes que dar pasta, o en cualquier otro sitio te sale un poli o un segurata y se cree con derecho a impedirte cubrir una información porque a él le han dicho que allí no se puede. Pero es que resulta que existe en nuestra sacrosanta Constitución el inalienable derecho de la prensa a reflejar cualquier acontecimiento que pueda ser considerado noticia y sólo los jueces, como les tengo que recalcar siempre a los recalcitrantes de "como no me des la cámara o borres las fotos te vas a enterar" tienen el poder de decidir si una pieza de información, que pertenece al medio informativo correspondiente desde el momento en que el periodista gráfico o plumilla la toma, puede ser motivo de sanción por motivos legales, que son siempre a posteriori, salvo riesgo nacional o algo así ¿no?. Lo digo con la experiencia de 3 o 4 periódicos (Diario16, El Mundo, La Vanguardia, Madridiario) en que he trabajado y muchas revistas para las que he colaborado desde hace un par de décadas.
Bueno, pues eso... que la felicidad es tan difícil de alcanzar que lo mejor es no aburrirse y por el camino ir buscando retazos, cositas de esas que te dan una risa, aunque sea leve, alegrías de esas que sólo tienen los niños y que nosostros podemos a veces rememorar acordándonos de cuando lo éramos. ¿Se acuerdan del día de Reyes cuando tenían 5 o 6 años y aún no habían perdido la inocencia . ¡Qué nervios... ¿verdad? Y qué ilusión o desilución a veces, pero eso eran emociones. Ahora la realidad es tan falsa que no nos deja ni inventarnos realidades de las de verdad, de esas que hacen feliz a la gente.
Por cierto, estoy abierto a propuestas de cosas que hagan reir, de hecho me hace mucha falta... por favor, si quieren sugerirme algo... me encantaría enamorarme de nuevo de la risa.
Un beso y que sean felices, al menos este fin de semana.

1 comentario:

EL METRONAUTA dijo...

He hecho los cambios en el borrador para quitar las faltas de ortografía (ahipor hay y un monton de comas, además de incluir algunas frases, pero no consigo que cambie el texto final. Pido disculpas, pero tengo la manía de escribir y dar a publicar sin releer. Lo siento, lo siento...
El Metronauta