lunes, febrero 06, 2006

LA LEY DEL MÁS BRUTO
Dice Margaret Atwood que "los hombres tienen miedo de que las mujeres se rían de ellos", pero que las mujeres se sienten amenazadas por los hombres "porque tienen miedo de que las maten" (La maldición de Eva). Esa es una enorme diferencia ¿verdad?.

En estos últimos días se han sumado media docena más de mujeres salvajemente asesinadas por sus celosos maridos, novios, amantes o familiares afrentados por el "ridículo social" que representa para ellos la infidelidad (real o imaginada), el abandono o la frustracción sexual, etc. y deciden consumar el sacrificio al dios terrorista del machismo.

En nombre de principios religiosos y, en perfecta analogía con respecto a ese asunto, los seguidores del profeta Mohammed están muy enfadados por unas caricaturas que aparecieron en un periódico danés hace ya cuatro meses, por lo que sintiendo esa supuesta ridiculización que sería convertir un turbante islámico en una bomba (algo que no pasa casi ningún día en Irak, Afganistán, Israel, Pakistán, Líbano, Siria, etc., ni deja muertos, heridos, familiares destrozados por el dolor y ruinas económicas de países, empresas, etc.), han decidido, expoleados por unos piadosos imames y clérigos pacifistas que solo quieren reparación moral y no venganza por la frustración de ver sus países invadidos, lacerados sus derechos de paso en el caso de Palestina e Irak, ni siquiera calentar el ambiente por las declaraciones de retirada de ayudas a causa de la victoria de Hamás, y sólo están indignados por la gravísima afrenta de un dibujo del profeta (que en gloria esté) al que no sabemos por qué nadie puede imaginar como era (aunque haya una película de Anthony Quinn llamada precisamente Mahoma y en la zona india de los mogoles, como el Taj Mahal esas representaciones son corrientes y no me puedo creer que esos mismos clérigos incendiarios no lo hayan dibujado alguna vez en sus libretas de medersa, aunque sea a escondidas, pero eso sólo es un suponer.)

El caso es que la santa indignación del macho "ridiculizado" por su señora le lleva a matarla. Y a veces de la manera más cruel que encuentra como con ácido, fuego, delante de los hijos, etc. Mientras que la ira santa de los musulmanes cabreados está llegando a límites impresionantes (ya nada en su violencia es increíble, tras ver el espectáculo que tanto disfrutaron en su día de las Torres Gemelas o de los trenes de Madrid y Londres, o las bopmbas de cada día en Irak, que celebraron con más vítores que los etarras en la cárcel cuando un colega mata a un militar o a un político del lado contrario: lo vimos en las teles, como vemos sus puestas en escena de secuestros y degüellos).
Los fanáticos religiosos, nacionalistas o machistas ( en muchos casos coinciden desagradablemente todas esas cualidades) consideran en su delirio paranoico que cualquiera que dice o hace algo que los contradiga se está burlando de ellos, de su nación, dios o principios fundamentales. Y su respuesta es la violencia, la muerte, el fuego y la destrucción de quien los irrita. Son incapaces de esperar el castigo que su dios podría dar al blasfemo, a la adúltera o al traidor y que tal vez podría perdonarlo o simplemente interpretar su propia ley de otra forma y que ellos pudieran estar equivocados y su dios valorar la tolerancia, la paciencia, la capacidad de perdón u otros valores que ellos ni consideran, tan cabreados como están, que sólo saben matar.
Los violentos, por machismo, religión o nacionalismo exacerbados no se equivocan nunca. Sienten "el ridículo" y reaccionan brutalmente.
Sólo tienen una idea en la cabeza y están llenos de miedo de perderla. Si estuvieran equivocados quedarían vacíos. Por eso odian la libertad de los otros y están dispuestos a morir matando, ya que una vez muertos no hay error posible. Contra la mujer infiel (real o supuesta) o contra el infiel que se ríe de su falsa seguridad en una idea no hay que dudar, no se puede discutir ni ceder, sólo actuar emocionalmente.

Pero ¿y nosotros, qué hacemos ante tanta insensatez y violencia?.
¿Debemos pedir perdón al asesino de mujeres y niños porque a lo mejor así se le baja el cabreo y no la mata? ¿Debemos suplicar al etarra que pone bombas y dispara por la espalda que discuta políticamente las posibilidades de su utopía nacional en lugar de detenerlo? ¿Tenemos que rogar a los mahometanos incendiarios que perdonen a quienes hacen uso de las libertades públicas que tanto nos ha costado arrancar en Europa a nuestros propios integristas religiosos, nazis y fascistas militares o civiles y renunciar a ellas porque quienes aún no han salido de la Edad Media pretenden imponer su retrógrada moral a todo el planeta bajo amenaza de destrucción masiva?.
Ya está bien. No creo que se los deba provocar porque sí, pues sería tan estúpido como contarle al marido cornudo las aventuras de su esposa.
Pero, las cosas son como son. Y puesto que tenemos razón democrática discutamos, negociemos los flecos, las ayudas para que salgan de su atraso (del que el colonialismo tiene gran parte de culpa, además del inmovilismo y corrupción de sus dirigentes políticos y religiosos), pero no renunciemos a lo que es importante: y las libertades individuales y colectivas lo son. Si no cedemos ante el machito asesino tampoco debemos hacerlo ante los integristas que sólo quieren su sagrada ley.
Si ellos tienen miedo a que su torre de marfil se caiga en cuanto un principio se pone en cuestión y el ridículo los incendia, nosotros no tenemos miedo mas que de que nos maten (y no es poco, claro) pero estamos seguros de que la sociedad será mucho mejor cuando ellos también conozcan las libertades y las usen. Facilitarlo es el plan, renunciar o hacerlos la guerra por venganza, no. Esa es mi opinión.

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