lunes, abril 24, 2006

NORMAS PARA HACER AMIGOS
-Escuchar al extraño.
-No dar nada por sentado.
-Pasar mentalmente al lugar del otro, una vez se tenga suficiente información para interpretarlo sin prejuicios, sentir por él (ella).
-Producir el doble o triple razonamiento, es decir, no buscar argumentaciones conforme al sentir del otro sólo. Ponerlas en paralelo (no en confrontación) con las propias y entrelazar ambas, buscando los elementos comunes y evitando el roce áspero de los distintos.
-Obtener un emergente mental más allá de las diferencias, más allá de la mezcla simple de componentes, no una síntesis sino una integración compleja, un pensar elevado al cubo desde donde sujetar el miedo.
-Porque el miedo a lo distinto es lo que conduce al prejucio y este al choque cultural, a la enemistad y al deseo de dominar al otro para, sintiendo su miedo evitar el propio.
-Ser como los niños pequeños entre ellos. Aunque se peleen no les queda rencor y al cabo de un rato vuelven a jugar juntos.
-La evitación del instinto de dominación es la base de la amistad. El compartir sentimientos distintos es el origen del amor. La equiparación sin fronteras del Yo y el Tú es la base de la confluencia pacífica de la Humanidad.
-No se trata de tolerar sino de comprender, dar compañía y no esperar que el otro vaya a tener el mismo comportamiento, porque uno no está vendiendo un rato de aburrimiento a la espera de recibir luego lo mismo.
-Cuando a todo eso le añades atracción física a veces se joden las cosas. Pero si funciona en ambas direcciones y genera pasión, entonces ya es la hostia, porque se llama Amor que aunque está muy mitificado es lo más.
-Eso si, estas normas ya no sirven cuando el amor se convierte en un intento de retener al otro, de convencerlo, de hacerle sentir lo que uno siente a la fuerza, de impedir que sea él (ella) mismo aunque eso suponga su emancipación de nosotros. Porque no es verdad que el amor haga que dos personas sean una. Cada una sigue siendo ella misma pero, a veces se obnubila por el deseo de retener a la otra, se idiotiza y cree que el otro tiene que pensar y sentir como uno y confunde el amor con la dominación. entonces surge un rechazo visceral que produce rencor, odio y dolor. Es mejor ser dos que se quieren libres que una esclavitud compartida.

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