martes, noviembre 21, 2006

Me encantan las escaleras helicoidales, mal llamadas de caracol a menudo. Sobre todo las antiguas como esa del edificio de Antonio Palacios que contiene lo que fue la nave de motores de Metro en Pacífico y que va a ser dedicada a museo; lo mismo que la estación fantasma de Chamberí que permanecía hasta hace poco como quedó al ser cerrada por proximidad de otras (Por cierto, muy cerca de donde yo nací en lo que se llamaba Paseo del Cisne).Como hoy publicamos un reportaje sobre ello les remito al madridiario.es donde además he escrito una columnita sobre La mala educación.

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