Por fin he salido a la calle a hacer fotitos. Me he encontrado con una vista de la Sierra de Madrid, despejada y con nieve, desde San Blas y Arturo Soria.
Luego, con unas señoras esperando a Jesús de Medinaceli (FotoNoticia en madridiario) que es una iglesia con mucha tradición de colas para besar los pies a una figura del torturado y crucificado, a la que me llevaba mi abuela de pequeño el primer viernes de marzo y que siempre me ponía de los nervios (aún puedo evocar la sensación fría de los pies de la escultura en mis labios infantiles). Ahora el asunto tiene toda la pinta de negocio (montones de "pobres" incluso con botella de cerveza en la mano, cojos y vendedores de estampitas de culto, carteristas y golfos alrededor de las colas, como en una película de Fellini o De Sica). Bueno, pues algunas mujeres llevan días durmiendo en la calle (en plan "sacrificio", me han confesado ellas mismas) para esperar el momento de coger número y entrar a la iglesia. Se trata de un numerito un tanto patético, desde luego; pero, para eso están los "dioses": para creer en ellos ¿no? Y éste es el hijo sacrificado por un cruel y absurdo barbudo de catequesis que debía estar jugando a las guerras de religión de los judíos con el tercero en discordia, su Espíritu santo, mientras el nazareno pedía compasión y le decía que "le había abandonado". Lo cierto es que esta religión cristiana y especialmente su variante católica es un culto a lo absurdo, lo intolerante y no sé cómo puede haber aún gente que se crea todas esas serenatas contadas por los curas. Allá ellos, por mi como si se operan... lo malo es que la malformación mental que producen en serie tenga que ser pagada por un estado laico como el nuestro (véase el estupendo artículo que hoy saca en El País Fernando Savater: Sin fe, ni fu ni fa.)
Y, un poco más abajo, en la placita de Platerías, un dibujante ha hecho una magnífica obra artística con tiza que, aunque ya ha sido algo lavada por la lluvia, deja ver unos trazos que ya quisieran muchos que exponen y venden en ARCO.