lunes, octubre 01, 2007

Aunque parezce un nuevo tipo de curso de inglés, que empieza por las plantillas (waffle-sole) y termina en la marca es publicidad en los cristales de los vagones de algunos trenes del Metro de Madrid. No me parece mal, pero ¡coño! se podían gastar algo en acondicionar los mismos, porque hay muchas personas que, aún no habiendo ya las temperaturas del verano, salimos sudando y aturdidas por el ruido del maldito aire acondicionado que funciona fatal y en algunos casos diríase que al revés; además de estropearse y mojar a la gente (hace unos días toda una fila de asientos chorreaban un agua negruzca en uno de la línea 5 y de arriba caían goterones haciendo huir hacia zonas seguras a los apretados ya de por sí viajeros y congelándonos a los próximoscon un cañón de aire frío.
Me parecen estupendos los textos literarios pegados, aunque muchos llevemos libro, pero la horrorosa voz chirriante que anuncia la estaciones en muchos trenes asusta a los niños y muchos mayores y deberían ponerla sordina porque siendo para ciegos no es imprescindible que esté molestando a todos y todo el tiempo, sumándose a esos maleducados que llevan la musiquita (o el ruido) de sus MP3 y teléfonos musicales para incordiar al resto del personal. Por no decir de esa publicidad a grito pelado en los andenes con el absurdo Canal Metro Madrid de noticias congeladas y autobombo de políticos del PP.
Y, por último por hoy, me encantaría que esos políticos (alcalde y presidenta, principalmente) a quienes acompaño con mis fotos muchas veces en campaña electoral, se pasaran de incógnito y en hora punta por los trenes de distintas líneas, y no sólo las recien estrenadas y preparadas para ellos ese día, y sintieran el olor a humanidad, las apreturas y calores, la mala educación de algunos ciudadanos que empujan y no dejan salir, ni ceden el asiento a los necesitados de ellos, embarazadas y ancianos sobre todo, por más que haya "asientos reservados". Los torniquetes que no funcionan o las máquinas de billetes estropeadas sin que haya empleado en taquilla, porque la compañía prefiere gastarse la pasta en vigilantes ociosos en lugar de empleados útiles. Y digo eso no porque a veces no sea necesario un vigilante;pero es que suelen agruparse en enjambres de cinco o seis con charletas sobre las chicas que pasan, fumando cigarrillos fuera de la estación o molestando a quienes no les caen bien, además de llevarse el material de los vendedores ilegales, lo cual no creo que tengan autoridad para hacer sin policías con ellos pero hacen (ayer mismo vi a tres con una bolsa de discos en Diego de León comentando las novedades del mercado. No digo que se queden con nada que no les pertenece, pero: 1 ¿están autorizados legalmente para requisarlo, 2 ¿quién controla lo que se llevan, cuando dejan al "pobre negro" marcharse para no perjudicarlo más?. En fin, son tantas las cosas que me pregunto cuando viajo en Metro que el simple hecho de ver una publicidad como esa que nos venden ahora en los luminosos "contra el cambio climático, el efecto metro" o algo así, o las que sueñan con un mundo sin coches usando transporte público de los grandes cartelones de andén, me resulta de un demagógico que me asombra su desvergüenza. ¡Ójala haya gente que me cuente cosas del Metro, porque si no, a lo peor, es que yo soy un paranoico que anda siempre criticando por que sí, con un servicio tan ideal.
Mi correo, por si alguien no lo conoce de antes es jljaen@madridiario.es

1 comentario:

Anónimo dijo...

total y aboslutamente de acuerdo, de hecho soy mucho mas feliz desde que vivo en pleno centro y aunque tarde media hora me voy andando a donde sea.Una mierda llegar y que las maquinitas no funcionen, o tengas un billete grande que no te apetece cambiar por kilos de monedas.¿ y alguen se cree lo de la sostenibilidad? pero si no explican ni cómo!!! y por qué ahora hay que pagar para llegar a aeropuerto?? bueno, imagino que el metro podria ser una buena metáfora de todo lo demas... todo va rápido y con incordios.