viernes, diciembre 21, 2007


CONTRA LA CENSURA: Una vez mas, la iglesia católica sigue pretendiendo que sus ilusiones mitológicas en forma de iconos religiosos tengan que ser veneradas y no puedan ser libremente utilizadas por artistas a quienes la imaginería popular de nuestro país motiva tanto como los toros y el flamenco. Hoy viene que en el "centro de estudios ilerdenses" había programada una exposición del pianista y fotógrafo Carles Santos y le han ofrecido durante el montaje la bella alternativa de "o retiras las fotos o no se hace la exposición" de la serie "caligaverot" ya publicada en la revista Quimera. Se trata de esas fotos provocativas e irrespetuosas de arriba que yo he cogido de su página web: carles-santos.com/grafic porque, independientemente del buen o mal gusto que pueda tener para los creyentes o no, nadie está obligado a ir a ver una exposición programada, pero es un fraude al arte mutilarlo porque a algunos les resulte irreverente o cualquier otro motivo ideológico. Como me parece ridículo a estas alturas que en Rumanía los ortodoxos y los musulmanes censuren Los Versos Satánicos de Salman Rushdie (que ya le costó el decreto de una fatwa con pena de muerte gratificada por el ayatolá Jomeini cuando la publicó en 1.988 y le obligó a vivir en la clandestinidad durante una década, además de conllevar el que fueron asesinados varios de sus traductores a otros idiomas). Yo había estado con él unos meses antes, en su casa de Islington en Londres y me enseñó el manuscrito que escribía en el piso de arriba y bajo una especie de palio, haciendo unas fotos que se publicaron en Diario16 y Cambio16 hace casi 20 años. Y recuerdo que de esa sesión, para la que me concedió unos 10 minutos, el tiempo que tardara su esposa en ir a comprar leche para desayunar, me salió luego una novela (que sigue sin publicar) sobre unos españoles que vivían en Londres, trabajando en precario e ilegal o de babysitter, cuando su (nuestra) situación allí se parecía mucho a la que ahora sufren muchos inmigrantes que llegan a nuestro país sin papeles de trabajo. Me lo inventé para interesarlo en una miniconversación de circunstancias mientras le retrataba en su estudio, la escalera y el salón (tirando 2 rollos de diapositivas en 10 minutos) y cuando salí de allí me di cuenta de que ese argumento podía escribirlo de verdad y así lo hice algún tiempo después. Es una anécdota más, como tantas que surgen al enfrentarte con la cámara a un personaje que exige de uno sacar lo mejor y camelarlo tal vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desde luego, manda narices (por no mencionar otros órganos del sur)lo que pasa a estas alturas con ciertas cosas. Me reservo la opinión, por educación a la gente y al blog, pero esto es intorelable.
Muy bueno el comentario.
Un saludo.