lunes, octubre 26, 2009


Las dos imágenes primeras son mías y son la misma foto (movida) dándole a procesos de "inversión" en el Photoshop: la cosa más sencilla del mundo hoy día. Puede ser que queden bien como abstracciones o con un título esotérico del aura o la madre que la parió. Pero hay quien hace de ello un "arte" (se tira el rollo, quiero decir) y monta una exposición en una galería. Si además eres extranjera, y finesa para más exotismo, pues seguro que vendes las fotos a varios miles de euros cada una. A veces creo que me he equivocado no siendo un fraude oportunista, porque me llega un correo de la galería Cámara Oscura, que he visitado varias veces por exposiciones buenas de verdad, en el que unas fotos, digamos que similares, de Nanna Hänninen (las dos de abajo, tituladas "townhall of koupio y jardín japonés") son calificadas de "partituras musicales puntuadas por el latido de su corazón, sus movimientos y su risa..." y sigue luego "las fronteras entre lo individual y los universal se diluyen por medio de un artefacto, la cámara fotográfica... bla bla bla... se atreve a desafiar el paradigma de la fotografía y su canónica representación de la realidad" Y ella misma añade que "son los movimientos de mi cuerpo fundiéndose con el paisaje". Vamos, que estas dos fotos son "arte" y yo tiro a la papelera cada día un puñado de imágenes que me podían hacer rico (si fuera un jeta, claro). Y aquí no vale lo de que los artistas son incomprendidos y si ellos dicen que eso es arte pues ya está... o gilipolleces por el estilo. Porque lo cierto es que los caminos de la fotografía están tan trillados que eso lo hacía Man Ray ya en su laboratorio y con más arte y hoy hacer arte fotográfico pasa por trabajar como los clásicos pero añadiendo algo que los supere y que trascienda la mera imagen de consumo para colgar de los despachos o las hamburgueserías como pura decoración de interiores o entretenimiento de estudiantes poco aventajados. Tampoco es arte, aunque me encanta su pictorialismo artesanal de profesional delicado y preciso, que se lo curra a base de bien con su cámara Linhoff y su fotómetro los días nublados para no tener sombras de paisaje, lo que hace Fernando Manso, siete de cuyas fotos pueden verse en uno de los bares del Hotel Palace a la espera de la que Turismo-Madrid le está preparando en Sol con las imágenes tomadas durante un año en la provincia y la capital, para un libro de lujo sobre Madrid. Son perfectas o casi, pero les falta alma, son como reediciones en colores suaves de los paisajes maravillosos de Ansel Adams y otros maestros. Bonitas, si, pero blandas.La semana pasada saqué galería de ellas en madridiario.es y aún está.

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