viernes, enero 15, 2010

¡Qué bonito es un entierro...! decía aquella poesía romántica. Solo que no es un entierro, sino la habitual comitiva de visita de obras, inauguraciones y otros actos típicos encabezada por el alcalde y la oposición. todos de negro riguroso ¿a quién enterramos hoy? Lo cierto es que a todos esos actos va siempre una innumerabla cantidad de mirones y aplaudidores que no pintan nada allí, pero que las empresas que han participado en el negocio llevan para hacer bulto y "arropar" a los políticos que las contratan, así como otras personas invitadas por las consejerías o concejalías de turno con el mismo fin, hacer de "claque" e interponerse entre los periodistas, a quienes estorban continuamente, o los que van a protestar por algo y a quienes no dejan traspasar la línea de contacto con los políticos, y a quienes he oído comentar varias veces que "nos han dicho en la oficina que vengamos, así que en lugar de trabajar hoy hemos venido de paseo para este acto" y ya de paso, si hay canapé o regalitos para invitados participan del convite y luego vuelven a su oficina más relajados. Una absurda costumbre mediterránea que los anglosajones deploran y nos hacen cobrar fama de vagos y caraduras. Y además cobrando.

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