miércoles, septiembre 18, 2013

La Mediocridad burocrática y la banalidad del Mal

 Se suele hablar de la banalidad del Mal, ese concepto de Hannah Arendt sobre Eichmann y los burócratas del aparato criminal nazi y otros totalitarismos (Jesús Ferrero lo extendía hace poco en un artículo de El País al Bien en los tiempos actuales) como si hubiera que ser un nazi para ejercerlo.
 

Se trata de seres minúsculos del Sistema que deciden en relación con proyectos sociales obedecer órdenes y cumplir con el programa pertinente "caiga quien caiga", sea por convicción o comodidad, seguir la corriente o simplemente porque personalmente les beneficia hacerlo dado su cargo en la estructura del sistema de órdenes del poder. Y se aplican con efectividad y esmero en lograrlo sin plantearse, o haciéndolo de forma muy lateral, los problemas morales y las desgracias ajenas que conllevará tal sumisión administrativa de sus actos. Como una hormiguita obrera o soldado en su agujero.
 

Quienes encarnan actualmente esas formas de banalidad del mal no son ideólogos de grandes teorías sociales o nacionalistas llenos de delirios proféticos (como el nazismo y el comunismo soviético) sino meros comparsas oportunistas que se encastran y ocultan bajo la jerarquía del cargo que ostentan con ese "yo sigo órdenes" "hago lo que se supone que tengo que hacer por mi cargo" "sigo las instrucciones del partido o del departamento" "sigo la ley y su aplicación tal y como mandan", etc. Son burócratas kafkianos.
 

Estos supuestos simples administradores del estado que aplauden a rabiar a sus líderes en los actos, les hacen reverencias a su paso y firman y ordenan a sus subalternos hacerlo, sean desalojos, acciones represivas contra quienes no aceptan el recorte de sus derechos y salarios, despidos y demás son la encarnación de la mediocridad oportunista del momento, los gregarios de limitada mente y conciencia, imprescindibles para que el Mal de los grandes criminales, ladrones de guante blanco y corruptos de arriba pueda ejercerse y se lleve a cabo en todos sus puntos y niveles de modo que funcione el engranaje del sistema. Mediocres administradores del aparato que suelen sacar beneficios y pequeños privilegios (a veces hasta corruptelas y quebrantos públicos otras veces solo parabienes y palmaditas en la espalda) aunque creen que lo suyo "es lo normal" y "solo aprovechan la oportunidad como haría cualquiera porque no son tontos" y tienen que defender su carrera. Muchos fueron puestos a dedo por aquellos a quienes sirven como lacayos. 

En realidad son mucho más que pobres tontos. Son pequeños malvados que se mueven en la impunidad del poder que los protege. Como el funcionario que ejecuta un desahucio o despide a los trabajadores que sí cumplen con su deber, porque "el de arriba" exige recortes. O el que hizo carrera de periodista y ahora se dedica desde los gabinetes de prensa de gobierno de ayuntamientos, consejerías, partidos u otros entes semejantes a llamar a los medios de prensa para exigir que se cambien titulares o noticias que "les parecen mal enfocadas" o "contra su entidad" presionando y hasta amenazando y, desde luego, ignorando los escrúpulos de la LIBERTAD DE PRENSA y convirtiéndose así en censores adjuntos al poder, su señor.
En ocasiones sus medidas son la gota que colma el vaso depresivo de una víctima y precipita su pánico llevándola a medidas desesperadas que pueden llegar al suicidio como ha pasado varias veces en tiempos recientes. Banalizan esa "pequeña" maldad diluyendo responsabilidades en el maremagnum del sistema. Son cobardes irresponsables en una sociedad en crisis donde protagonizan con su vulgar firma u orden la barbarie misma de lo peor de la sociedad para beneficiarse ellos y además ser reconocidos por sus líderes o por los que estan detrás de ellos: los señores de sus señores.
 

Me refiero, claro está, al verdugo social que expulsa de su vivienda o de su puesto de trabajo o le arrebata la renta al humilde desesperado, también al retorcido torturador del papeleo imposible y al policía que golpea con saña a quien defiende derechos adquiridos, pensiones y salarios recortados y también al que aplaude con su voto y su apoyo a los ideólogos de la destrucción social y la demolición controlada del estado de Bienestar como modo de salvarse ellos mismos de la quema. Ese que están llevando ahora a cabo el Partido Popular, la codicia empresarial y los buitres del Mercado. O ¿aún existe alguien tan inocente que cree que la Alemania nazi pudo existir y llegar adonde llegó sin las masas enfervorecidas de sus mítines, los burócratas oportunistas, los pequeño-burgueses aterrorizados por la crisis y la mediocridad de los cómodos a las que se añadió esa dura represión prebélica con bandas brutales que llevó a Hitler al poder con el consentimiento de muchos que se tildaban de ciudadanos modelos y cumplidores de lo que querían los dirigentes?. 

Nuestros pequeños Eichmann parecen "gente normal" mientras nos destrozan y conducen al desastre. Seres mediocres de moral plegable imprescindibles para que la maquinaria que destruye el tejido social solidario pueda aplastar la resistencia de las víctimas del Sistema y apagar su quejidos, porque además no se consideran responsables de las consecuencias de sus acciones cuando firman u ordenan. Mi abuela habría dicho que son malas personas aunque se crean importantes, unos mierdecillas sin conciencia a quienes debemos señalar y exigir que asuman su responsabilidad desde el cargo que ostentan y que fueran capaces de decir "NO" cuando la ley o su aplicación sean injustas. Y si no que queden en evidencia y la corriente social de la Historia los arrastre hasta el fondo del infierno.

Juan Luis Jaén (El Metronauta)

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